Socialdemocracia y gobierno local: una reflexión necesaria

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Luis Guillermo Solís Rivera

Expresidente de la República

Desde hace años y con alguna frecuencia, escucho decir, a propósito de la gestión municipal, que en ese ámbito no cabe un debate ideológico porque “recoger basura no tiene ideología”. Quisiera refutar ese “argumento” y más bien proponer una reflexión completamente opuesta. No sólo sí hay diferencias importantes de orden ideológico en la recolección “de basura”. También la hay en todas las demás tareas propias del gobierno local, cuya importancia como el espacio en donde el Estado se encuentra más cerca del territorio y del ciudadano es cada vez más evidente. Y permítaseme hacerlo invocando a la socialdemocracia, paradigma que considero es el que atiende con mayor justicia y eficacia las demandas de la gente.

La socialdemocracia es una ideología que surge en la Europa de la segunda mitad del siglo XIX, en el cruce de caminos entre dos corrientes políticas enfrentadas de forma aparentemente irreconciliable: el capitalismo y el marxismo. Filosóficamente socialista, la socialdemocracia se organizó como movimiento mundial en la llamada Segunda Internacional (fundada en 1889) y tras muchas vicisitudes, divisiones y conflictos internos entre fuerzas revolucionarias y moderadas, se refundó en 1951 con un planteamiento que renuncia al marxismo y la lucha de clases y acepta la economía mixta. Ello, sin perder su vocación profundamente solidaria y defensora del Estado social, el respeto de todos los Derechos Humanos, la paz como aspiración universal y la justicia como factor determinante para la organización económica y política. La socialdemocracia -como su nombre lo indica- promueve el pluralismo y propugna por gobernar Estados cuyas autoridades son electas de forma periódica, en comicios libres, transparentes e internacionalmente supervisados. La socialdemocracia se define también como defensora del ambiente, de la igualdad entre todas las personas, la libre autodeterminación de las naciones y del Derecho Internacional por sobre el uso o la amenaza del uso de la violencia.

En ese marco, el gobierno local constituye un espacio privilegiado para el ejercicio socialdemócrata. Desde esa perspectiva, el gobierno local debe ser ante todo un garante de la justicia social expresada en dos ámbitos clave. El primero es el de la provisión oportuna de servicios públicos, priorizando la atención a las poblaciones más vulnerables. Ningún ciudadano debe ser excluido de los beneficios de dichos servicios por su condición económica y social y es obligación del gobierno municipal hacer lo requerido para garantizarlo. El segundo ámbito es el de la inclusión y la participación en los procesos de toma de decisiones. Un gobierno local socialdemócrata fomenta la presencia de todos los agentes sociales, no solo los de naturaleza político-partidaria, en la definición de la política pública. Es decir, sin socavar a la institucionalidad municipal, buscará formas para convocar a las instancias comunitarias organizadas a sumarse a la definición de las prioridades del cantón.

El gobierno local -especialmente en países donde todavía la deriva centralista es muy fuerte como es el caso de Costa Rica- no puede ser exitoso si no cuenta con vasos comunicantes efectivos y permanentes con las autoridades del gobierno central. No obstante, un gobierno local socialdemócrata tendrá especial claridad respecto a la autonomía que le confiere la Constitución Política y procurará extender sus límites operativos al máximo. Es decir, generará las condiciones que hagan posible que ese diálogo no sea unidireccional y que, más aún, se construya respetando el derecho de los territorios de determinar sus propias prioridades y necesidades. La voluntad de gobierno central de transferir competencias, pero siempre acompañadas de los recursos necesarios para ejecutarlas, es la mejor demostración de ello.

Un gobierno local socialdemócrata, si cuenta con una policía municipal eficiente y profesional, debe adoptar una política de seguridad ciudadana que vaya mucho más allá de lo represivo, construida en el marco de un abordaje integral. En efecto, si bien las fuerzas del orden en el cantón contribuyen a traer sosiego y bienestar a los habitantes y empresas que lo conforman, el municipio socialdemócrata debe asumir que la inseguridad es el resultado de condiciones sociales como el desempleo, la expulsión escolar, el acceso a armas de fuego, la desintegración familiar, la ausencia de suficientes espacios de recreación, tanto como de las acciones del crimen ordinario y organizado.

De allí que resulte fundamental la apertura de espacios públicos en donde sea posible una integración que mejore la convivencia comunitaria. Es esencial, a este respecto, la planificación y mejora de la inversión para recuperar y mejorar espacios comunitarios, especialmente en barrios marginales, con infraestructura pública y espacios verdes, áreas para practicar el deporte o fomentar el arte y la cultura de calle. Es allí donde se abren espacios de encuentro entre los habitantes del cantón, evitando así que se vacíen los espacios ciudadanos y sean ocupados por el hampa o la delincuencia.

Un factor importante en esa perspectiva es atender con aproximaciones diferenciadas la violencia contra los grupos especialmente vulnerables, pues la forma en que ésta se manifiesta no es idéntica entre géneros y grupos raciales y con frecuencia se presenta en los espacios domésticos más íntimos. Debo enfatizar en este sentido, la afectación que de manera particular sufren las mujeres. Un municipio socialdemócrata tiene que contar con amplios espacios donde las mujeres y las niñas se sientan seguras y respetadas. Donde se promuevan y defiendan sus derechos, donde se fomente su participación y se tenga en cuenta su opinión. Un municipio socialdemócrata hace política pública con perspectiva de género porque no es lo mismo construir un parque para hombres y mujeres que solo para hombres. No es lo mismo invertir en empleo para hombres y mujeres que solo para hombres. Otros buenos ejemplos de ello son garantizar una red adecuada de alumbrado público (que tiene un valor muy importante en la seguridad de las mujeres), la presencia de policías mujeres en las paradas de autobuses, la formulación de políticas de cuido en favor de las mujeres trabajadoras, etc.

Claramente, un gobierno municipal socialdemócrata procurará que su régimen de impuestos y tasas sea progresivo. La política tributaria en Costa Rica es potestad del gobierno central y el margen de incidencia de los gobiernos locales está acotado a la recolección del Impuesto de Bienes Inmuebles. En lo relativo a tasas, corresponde al municipio la definición de las referidas a servicios municipales (desechos, cordón de la acera, etc.) así como el otorgamiento de patentes. Estas responsabilidades, emprendidas desde un paradigma socialdemócrata pueden convertirse en útiles instrumentos de justicia comunitaria y de financiamiento de obra pública municipal que impacte positivamente la seguridad de, por ejemplo, la población estudiantil o de personas con discapacidad.

Otro ámbito que es parámetro de la calidad socialdemocrática de un municipio, es el manejo de su política ambiental. He aquí materia cuya superlativa importancia, otorga al municipio una oportunidad única para ejercer su autonomía a plenitud. Las actividades para la protección de cuencas hidrográficas, la promoción de actividades turísticas (en el caso de municipios en los que se ubican áreas protegidas y parques nacionales), la limpieza de cauces de ríos urbanos, las actividades de reciclaje, la reforestación y la concientización sobre temas acuciantes como las quemas, la adaptación al y la mitigación del cambio climático, son todos ejemplos en donde una gestión municipal progresista puede tener muy amplios y positivos impactos. Tema de central importancia en este campo es el de la protección de las fuentes de agua potable, y su uso a lo largo de todo el ciclo natural.

Debo mencionar como factor determinante en la gestión municipal socialdemócrata, la del ordenamiento territorial. Este es un aspecto que se ha postergado debido a los múltiples intereses que afecta, a la falta de una normatividad actualizada y a la falta de voluntad política que de todo ello resulta. Sin embargo, un gobierno municipal progresista debería otorgarle al ordenamiento territorial una trascendencia especial, pues debería ser el punto de partida de toda política territorial exitosa. Dos temas que sobresalen en este ámbito y que tienen que ver directamente con el bienestar de la población, es el otorgamiento de permisos de vivienda (aspecto clave para el mejoramiento de la calidad de vida de los más excluidos), y la generación de emprendimientos económicos que los municipios que gestionan el territorio con principios y valores socialdemócratas, pueden utilizar para generar empleos en múltiples campos incluido el de los servicios.

A propósito del desarrollo económico, un municipio socialdemócrata asumirá que la generación de empleos forma parte de sus responsabilidades para promover el bienestar social y mejorar la calidad de vida de los habitantes. Ello significa generar condiciones de infraestructura, educacionales y sociales para atraer inversión o abrir nuevos espacios de generación de empleo para jóvenes y mujeres como, por ejemplo, las incubadoras de empresas y las ferias de trabajo.

Todo lo anterior comprueba que sí hay diferencias marcadas en la gestión del espacio local desde una perspectiva socialdemócrata con respecto a otras doctrinas. En la nuestra, la gente cuenta y su bienestar de la política es el centro de toda política pública.

Montes de Oca, febrero de 2024.

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