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Lina Barrantes Castegnaro
Costa Rica históricamente ha sido un país con gran estabilidad. Cuando Centroamérica se debatía en guerras (Nicaragua y El Salvador en guerra, y Guatemala en medio de un genocidio) en la década de los 80, nuestro país se convirtió en el mediador regional que logró apartar a la región de esa violencia. Una poderosa clase media, un país con oportunidades para todos, entre otras cosas, nos ha convertido en un país con un alto índice de desarrollo humano. Las últimas crisis económicas mundiales y el apagón educativo han venido transformando el perfil del país, convirtiéndonos en uno muy desigual, en el que, además, sus ciudadanos viven en la percepción de una enorme violencia cotidiana. En este momento, más que antes, las guerras por el control de territorios entre grupos de narcomenudeo aumentan la cantidad de homicidios y de violencia a cifras mucho superiores al pasado, que nos colocan entra los países con mas homicidios per capita de la región.
Acercarnos al tema de la seguridad y la violencia, debe hacerse distinguiendo, para empezar, la violencia común (el robo, el asalto, la violencia en las carreteras, incluso la violencia en el discurso) y el crimen organizado transnacional. En el primer caso, las causas y por ende las soluciones, parecieran ser mas sencillas: una de las principales es la inequidad que se soluciona, con una mejor distribución de la riqueza. Con educación, con oportunidades, con una mejor calidad de vida para todos. El segundo es mucho mas complicado, por que podemos además caer en el error de soluciones que no respeten los derechos humanos, y que a la larga han demostrado tampoco ser soluciones.
Crimen transnacional. El perfil del crimen en nuestro país ha cambiado notablemente: entre los principales crímenes se encuentra el crimen transnacional, vinculado al narcotráfico. Vivimos en una región en la que el narcotráfico es moneda de cambio cotidiana. La falta de acciones locales representa un gran reto, pues esta problemática se enfrenta, en gran medida, a través de la coordinación regional e internacional. Durante mucho tiempo Costa Rica fue zona de paso o tránsito del narcotráfico, pero ha dejado de serlo: ahora nuestro país es zona de bodega, de tránsito, venta local y exportación de drogas, así como de corrupción. A nivel regional se ha determinado que el narcotráfico paga a quienes trabajan en sus grupos, con droga, pero también con armas, constituyendo así sus propios pequeños ejércitos. Hoy, se puede afirmar que la configuración del escenario internacional ha variado producto de los mercados ilícitos. Tenemos una buena cantidad de nuevos actores que, nos guste o no, impactan la vida en sociedad y funcionan alrededor de un comercio que acumula los volúmenes de negocio más grandes del mundo. En ese sentido, el narcotráfico ha dejado de ser un tema que atañe a la seguridad o el crimen, para apropiarse de más ámbitos de la organización del estado, en temas como la salud pública, las finanzas públicas, los sistemas bancarios y, sobre todo, las relaciones internacionales.
Hasta ahora la política desarrollada para el combate del narcotráfico se ha centrado en la oferta, tratando de combatir la producción (se destruyen sembradíos, se queman laboratorios en las selvas, se ofrecen incentivos a los agricultores para la siembra de otro producto), sin embargo, el cambio reciente en el consumo, reflejado en la masiva producción de drogas sintéticas, obliga a ampliar la política hacia una mayor atención de la demanda de narcóticos.
Los esfuerzos militares para el combate al narcotráfico han fracasado. Lo anterior requiere centrar los esfuerzos de las autoridades más en materia de inteligencia y menos en intervenciones policiales; con claras políticas de relaciones internacionales y de cohesión social interna. Sin cooperación, no es posible aspirar a obtener ningún resultado. Los criterios de selección de la cooperación internacional también deben ser exhaustivos, ya que debe hacerse con democracias consolidadas y civilistas, no con estados excesivamente militarizados, o irrespetuosos de los derechos humanos.
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